El doble enfrentamiento entre estos dos extraordinarios púgiles es una de las más curiosas y famosas historias del boxeo del siglo XX. Año 1936. Joe Louis, el Bombardero de Detroit, es a sus 22 años una apisonadora que apunta a corto plazo a convertirse en campeón del mundo de los pesos pesados tras noquear a rivales de la talla de Max Baer, Primo Carnera o el mejor peso pesado español de la historia: Paulino Uzcudun (el único KO que recibió en toda su carrera). Max Schmeling es la otra cara de la moneda: veterano de 31 años y ex campeón mundial (de 1930 a 1932). Schmeling había conseguido el título en Nueva York ante Jack Sharkey tras ser este descalificado por un golpe bajo y lo perdería ante el mismo boxeador tras una decisión dividida muy discutida (por emplear un eufemismo) en el Madison Square Garden. Entre ambas contiendas, el alemán había defendido con éxito el cinturón en una espectacular pelea ante el infravalorado Young Stribling (su record al morir a los 29 años en accidente de coche lo dice todo: 257 victorias y 15 derrotas, con 128 KOs, la segunda marca de la historia tras Archie Moore con 131 noqueos), al que infligió su única derrota por KO de su carrera en el postrero asalto 15. En junio se fecha la pelea en la que el invicto Louis es el favorito absoluto (10 a 1 marcan las apuestas). Lo que ocurre en ella es, además de una de las mayores sorpresas de la historia del boxeo, un hecho histórico de repercusiones que entonces ni se imaginaban. Schmeling, en un inteligentísimo combate, ha sabido neutralizar la brutal pegada de Louis y en el asalto 12, ante la atónita mirada de un Yankee Stadium, ha noqueado al Bombardero. Lo que ocurre a partir de ahora cuando entran en escena las propagandas de dos potencias que iban a ser rivales en la II Guerra Mundial es algo sabido por casi todos. Tanto la Alemania nazi como EEUU utilizaron la figura de los dos deportistas. Schmeling es recibido por un héroe nacional por miles de personas y por el propio Adolf Hitler y calificado por los políticos nazis como "el ejemplo de la superioridad aria". En EEUU, por el contrario, se inicia una campaña que durará hasta junio de 1938 cuando se enfrenten de nuevo en la que se descalifica de racista o de "perro nazi" a Schmeling. Este "calentamiento" del combate de 1938 respondió, claramente, a intereses políticos y propagandísticos en los que los dos púgiles fueron utilizados por sus respectivos gobiernos (y más tarde, veremos cómo fueron recompensados). La verdad, era otra bien distinta. El "perro nazi" mantenía aún a su manager judío a pesar de la petición expresa desde el gobierno de que lo despidiera y salvaba a dos niños judíos escondiéndolos en su estancia de hotel mientras eran buscados por las autoridades. En EEUU, por su parte, se olvida que la victoria de 1936 de Schmeling no ha sentado tan mal en la sociedad yankie como la propaganda quiere hacer ver, Schmeling ha sido durante los años 30 un boxeador muy apreciado en el país americano y la victoria ante Louis ha sido celebrada por parte de los seguidores americanos del boxeo básicamente por dos razones: la sombra de Jack Dempsey, el gran ídolo pugilístico del primer tercio del siglo XX es muy alargada, y tras una época de campeones ciertamente grises (a excepción del gran Gene Tunney) la llegada de Schmeling supuso un "deja vu" del campeón Dempsey debido al gran parecido físico entre los dos; la otra razón es que muchos norteamericanos preferían que ganara un blanco alemán a un negro compatriota. La pelea más politizada de la historia tuvo lugar de nuevo en el Yankee Stadium, en junio de 1938. Schmeling, que no había podido salir del hotel debido a amenazas, es noqueado en el primer asalto ante 70.000 espectadores por un Joe Louis imparable que retiene el título mundial conseguido un año antes ante el "hombre Cenicienta" Jimmy Braddock y que no soltará hasta diez años después batiendo todos los records de la historia (que a día de hoy siguen vigentes: 11 años y 25 defensas como rey de los pesados). Schmeling, tras la humillante derrota, fue reclutado (el primer deportista de élite mandado a batalla por Alemania) y saltó como paracaidista sobre Creta donde se partió dos meniscos y tuvo una grave lesión en la espalda. Cuando acabó la guerra, sus plantaciones de tabaco en las que había invertido el dinero ganado en el ring, fueron tomadas por los rusos. El destino para Louis no fue más halagüeño, el gobierno que se había aprovechado de su fama y sus puños en 1938 le dejó prácticamente en la ruina cuando le acusó de evasión de impuestos. Fue entonces cuando Max Schmeling, ya recuperado gracias a convertirse en directivo de Coca-Cola en Alemania, ayudó económicamente a su antiguo rival en el ring y amigo fuera de él. A la muerte de un arruinado Louis en 1981, Schmeling corrió con los gastos de su funeral.
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